Ya su cuerpo no puede esconder el dolor, por un lado se deshace, por el otro se hincha y se pudre en vida esperando ser escuchado por el mundo, un mundo cómplice. Orlando pierde la vista, pero no la mirada hacia la libertad que con su muerte puede alivianar el camino.
Cada costilla y cada hueso suyo, algunos golpeados por el dolor del hambre, otros tocados por la cobardía del poder, pueden ser contados uno a uno en 86 días de huelga y 7 años de cárcel donde la esperanza se renovaba cada día, aún sin ver el sol en una isla donde abunda el astro mayor.
Orlando, con la esperanza de la libertad, transitaba cada día el sendero oscuro de una muerte segura, un inmenso historial se repetía en los archivos infames de los acusadores de oficio; con más de 50 años de pena, pero semi condonada la purga a solo 25 años como si la vida se midiera así.
Una madre soñaba con la vida de quien daba la vida por la libertad, era nada menos que su hijo; un hombre buscando sombra en cualquier esquina santiaguera pensaba en silencio, desde su alma más que desde su razón, en un porqué de tanto dolor. Un niño sentado en la iglesia jugando con sus manitas y mirando al no se qué, no podía reír para agradecer vivir en una tierra de gracia, su hermanita mayor le toma las manos como quien quiere atrapar su juego. Una amiga en silencio, un soldado callado por cómplice, por miedo y por hambre, un policía asustado, pero parte del horror, mucha gente queriendo acompañar desafiando todo y un mundo ajeno donde nada importa…un susurro conspira y una trova canta para mostrar otra cara de la infamia. «…Ojalá pase algo que te borre de pronto, una luz cegadora un disparo de nieve, ojalá por lo menos que te lleve la muerte…»
Nunca pudo en su corta historia ver un cielo de otro color, ni hablar de amor sin mirar atrás, porque siempre había quien escuchaba sus sonidos y quien contaba sus pasos. Quiso un día arrebatar un poco de libertad hablando y pidiendo lo que por derecho son sus derechos, sin saber que estaba en medio del desastre, donde él no podía hablar, tampoco ella, tampoco aquel, ni yo, ni tu, ni tu madre, ni el hermano, ni la tía de su amigo. Nacieron los porqués, así tan sencillamente como si tuviesen derecho a existir. Allá, en esa tierra no tienen derecho, allá en esa tierra nace el odio y la opresión cada día, allá en esa tierra donde abunda la música, el son, las guitarras, mueren de hambre aunque sin huelga, de desilusión del gran tirano, de calor, de dolor…y entre sueño y sueño cantan…Orlando soñó sin saber que no tenía derecho a hacerlo, fue aquella «primavera negra» la que lanzó al mundo a un albañil, plomero, hombre humilde y lleno de sueños, sin frases hechas, sin discursos, sin promesa alguna. No había pretensión en Orlando que no fuera vivir en libertad, ese fue su expediente.
Tras esa primavera pavorosa, se acabaron muchos caminos, allí hubo voces, algunos poetas y escritores pidieron explicación de aquello, porque antes de eso habían apoyado a un régimen que acababa con la dulzura de su pueblo, respuesta no hubo jamás; quién sabe si con un discurso, alguno de ellos habrá quedado satisfecho. Mientras tanto, a otros los simplificaban a espacios mugrientos donde compartían con ratas, hablo de roedores, el sueño y la poesía habían dejado de ser peregrinas y vivían apretadas entre sus manos y su corazón en la clandestinidad de lo absurdo.
Tu muerte Orlando es el dolor de todos o de muchos o de tantos; pero hay quien alguna vez dijo que quien muere por una causa da vida, y si esa causa es la libertad, entonces la libertad vive —y esto lo digo yo— Hoy Orlando, el mundo muere contigo, pero también hay un inmenso trozo de libertad que empieza a vivir, tal vez como el amor clandestino, ese que se oculta pensando que nadie lo ve… Palabras de amor, como las que canta Serrat, esa es la que nos dejaste con tu gesto de existencia, con tu amor y sin comediantes.
Tú, Orlando, en tu inmenso dolor viviste entre el amor y la libertad, porque solo un corazón lleno de amor es capaz de morir así; tu dolor y tu lucha crearán una nueva primavera, la primavera de color.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar tu comentario y por ello, gracias