Estaba frente a una de las grandes
leyendas del bolero en América Latina, Daniel Santos. Era agosto del año 1989, cuando me encontré con él, luego de una cita el día anterior. Estaba muy emocionada, sin imaginar que sería la última entrevista que se le hiciera al Inquieto Anacobero en Venezuela. Ya era un hombre cansado. Fue su último viaje también. Esta entrevista se transmitió por la Emisora Cultural de Caracas, 97.7 y años más tarde fue publicada en mi libro, La Noche de Anoche.
«Ahora soy el Quieto Anacobero»
Daniel lleva ya 58 años cantando, durante esa larga trayectoria,
como todo en la vida, ha tenido experiencias muy buenas y muy malas. Es el
hombre que posiblemente haya tenido más novias en todo el continente, comparado
solo con el ecuatoriano Julio Jaramillo. Consentido del gran maestro y compositor
Don Pedro Flores, amigo de Boby Capó, Benny Moré, Panchito Rizet y muchos
tantos que componen la gran historia del bolero en la región.
¿Cuál es el balance que puede hacer a los 70 y tantos años de
vida?
―Lo que yo puedo decir es que empecé en el 30, como cualquier
otro. Comencé cantando boleros, guaracha, todo, estuve ocho años aprendiendo
porque desde muy temprano, a los 14 años, ya estaba cantando. Empecé en Nueva
York, antes de la segunda guerra mundial. El primer disco que grabé, lo grabé a los 22 años. Empecé a
cantar por necesidad; en esa época estábamos viviendo una época de depresión,
la gente se estaba muriendo de hambre y tenía que buscar algo que hacer, yo era
uno de los desempleados, tuve la suerte de encontrarme con unos muchachos de
Puerto Rico que me probaron por azar y pegué un numerito con ellos, de allí
aprendí algunas canciones y luego me llamó Pedro Flores, y me dio la oportunidad
de grabar el primer LP. Qué te pasa que
no se te ve, fue una de las canciones
que se incluyó en ese primer disco.
Pedro Flores fue quien hizo mi estilo, lo que le agrada al público
y las canciones que me regaló fueron canciones de amor, tragedias, de dolor.
¿Cuál fue el primer país que lo reconoció como cantante?
―La República
Dominicana y luego Cuba, y Venezuela.
¿Qué significa para Daniel Santos el bolero?
―Lo puedo decir en dos tiempos, el primero es que para mí era la
manera de vivir, la forma de ganarme un peso para comer. El segundo es el ahora,
el bolero es lo que yo más siento al cantar, el bolero es lo más grande para
mí, lo es todo.
¿Yo no he visto a Linda es
tal vez la canción mas conocida de Daniel Santos, cuál es la historia de Linda,
tiene qué ver con Daniel?
―No, esa historia pertenece a Don Pedro Flores. Él escribió esa
canción en 1929 a
una niña que se llamaba Linda y le pedía a través de la canción que fueran
juntos al parque, eso no se dio porque parece que Flores tenía mala suerte en
asuntos del amor, entonces la muchacha no le hizo caso y él se fue a Estados
Unidos, y un día antes, fue a buscarla para hablarle y su mamá le dijo: «no
ella no está, se fue a Nueva York». Allí nació la canción, porque él no sabía
dónde estaba para hablarle, de allí nace la canción.
sabrá dios cuántos te estarán pintando ahora
pajaritos en el aire,
yo no he querido ni podré querer a nadie con tan loco frenesí,
menos el domingo, todas las tardes salgo a ver al cartero
a ver si trajo algo para mi, oh virgen de Altagracia,
quizás un día te acuerdes
de mí.
Hay una anécdota, cuando usted estuvo en Nicaragua lo apresaron
por negarse a cantarle a Tacho Somoza,
¿puede hablarnos de eso?
―Si eso es verdad. Yo fui a trabajar a Nicaragua y estaba
trabajando con una empresaria que además tenía
una casa de mujeres, yo había cantado en todos los lugares donde ella me
dijo. Cuando se acabó el contrato me pidió que le cantara en ese lupanar y yo
dije que allí no cantaba, ella se sintió muy ofendida y habló con la esposa de
Tacho Somoza, que era amiga suya, y me metieron preso por tres días.
¿Cuál es su religión?
―Dios.
¿Cuántas veces ha estado casado?
―Déjame pensar, ya va déjame ver… diez, no, mentira… once, tal vez
alguna más, no me acuerdo pero por ahí va el número. Pasa que yo era muy
bonito.
¿Cómo se entiende que un hombre que ha estado casado tantas veces
como demostración de amor ―supongo― hacia la mujer, también la haya maltratado?
―Eso no es así, eso no es verdad. El chisme es lo que manda en
este trabajo. Yo no digo que no maltraté a nadie, puede haber sucedido, eso sí
es verdad, pero no de abuso. Se pueden dar desacuerdos y eso es otra cosa, pero
de abuso no.
¿Cómo se puede maltratar a alguien sin abuso?
«Bueno
porque la verdad es que uno no quiere hacerlo, pero se ve obligado, bueno esas
cosas no quiero recordarlas, así que sigamos con la entrevista».
¿Cuántos hijos tiene?
―Como doce, no estoy seguro. Puedo decirte que de varias
nacionalidades.
¿Y por qué no está seguro, no tiene contacto con ellos?
―Sí, con algunos, bueno con casi todos, pero uno nunca sabe lo que
le oculta una mujer, ellas te pueden ocultar un hijo y tú ni te enteras.
¿Ideología?
―Nacionalista y puertorriqueño, amante de mi patria.
¿Además de Don Pedro Flores que otro compositor recuerda con
especial estima?
―Rafael Hernández, Agustín Lara, Pablo Galindo, muchos.
¿Cantantes de boleros favoritos?
―Muchos. Siempre se
sobresalía alguno y entre estos puedo mencionar a Panchito Rizet, uno de los
mejores boleristas, Joe Valle de Puerto Rico, Gilberto Monroy y de la nueva
onda hay unos buenos también.
Daniel Santos es una leyenda, ¿cómo explica serlo?
―Es el tiempo que pasa. Es un hombre que lo hizo cuando joven y
ahora es viejo, pero lo sigo haciendo, quiero decir esto de cantar. En leyenda
te convierte el público, pero la verdad es solo por viejo y mantenerte
cantando, creo que no me retiraré nunca, cantaré hasta el final de mis días.
¿En estos momentos como se define?
―¡Definirme yo! Puedo decir que ahora soy el “Quieto Anacobero”. (Carcajadas.)
Esta fue la última entrevista que se le hizo a Daniel Santos en
Caracas, murió en noviembre del año 92 con una enfermedad a cuestas que le
hacía recordar a todos sus amigos de la juventud, al gran Benny, a Panchito
Rizet y a tantos otros.
Describe Joseán Ramos, escritor puertorriqueño, que estuvo al lado
de Daniel por muchos años, en su libro Vengo
a decirle adiós a los muchachos, que el día de su muerte Daniel iba y venía
del pasado a su antojo, hasta que una tarde invernal despertó sobresaltado en
aquella extraña alcoba sin espejos. Allí en su lecho de angustia, sintió que lo
tomaban en brazos y le decían al oído: «Viejo estoy aquí». Daniel abrió los
ojos y alcanzó a gritar: «Dónde, que no te veo…Ya me voy Ana», e inquieto el
Anacobero se fue a recorrer otros espacios siderales.
Aquí quedó para siempre la leyenda, la verdad, esa historia de
Daniel Santos el Inquieto Anacobero.